Lo último que Samantha escuchó fue el sonido que se produjo al tirar del gatillo. Luego, todo se puso negro.
Samantha recordaba estar caminando por las
contaminadas calles de Talinod South cuando ocurrió. Recordaba a la perfección
la pintura desconchada de los semáforos, el tono verdoso de las nubes, el olor
rancio proveniente de la estación del metro, y las firmas hechas con pintura en
aerosol por todos los muros de la ciudad cuando él apareció.
Pero… ¿Quién era él?
Estaba segura de haberlo visto antes. Su cabello liso
color grafito, facciones angulosas, y ojos tan oscuros que era fácil reflejarse
en ellos…
Malcolm.
Un vago recuerdo cruzó su memoria, que se encontraba
casi en blanco. Un chico más joven, de unos 16 años, estaba acurrucado en el
rincón de una habitación sin ventanas y piso de cerámica, abrazando sus
piernas, con lágrimas cayendo por sus mejillas. Ese era Malcolm.
La imagen cambió, y ahora el chico se encontraba
tirado en el suelo de cerámica. Un charco color
rojo oscuro se hacía cada vez más grande debajo de su cuerpo.
En el recuerdo, Samantha tenía una pistola en su mano.
Yo lo maté. Pensó. ¿Por qué maté a un niño?
La imagen se distorsionó hasta desaparecer por completo.
Trató de revivir una vez más el momento del disparo.
El color verdoso del cielo, el olor rancio de la estación, la calle casi
vacía...
"Esto es por mi hermano…"
Se escuchó como la bala escapaba del arma de fuego.
Recordó ahora por qué había asesinado al niño en la
habitación sin ventanas: le pagaron para hacerlo. Entonces, otro fragmento de
su vida se apoderó de su memoria, y se reprodujo como una película.
Aun con la beca, no puedo pagar la universidad.
Una mujer, que utilizaba ropa de piel y calzado
ridículamente costoso, le había hecho una oferta: Mata a quien te indique, y
te pagaré por ello.
A Samantha no se le ocurrió otra forma más rápida de
conseguir dinero para su matrícula.
La imagen cambió, y se vio sentada en un escritorio.
Del otro lado estaba la mujer, su actual jefa.
Este es Julián Grace, le indicó,
enseñándole una foto de un hombre, que parecía haber sido tomada para algún
tipo de documento legal. Tu trabajo es -sonrió de lado-, cuidar a su
hijo menor por un rato.
Le mostró otra foto. Esta era de un niño con cabello oscuro y barbilla prominente, Malcolm. Solo
lo harás por un par de días, hasta que te dé la siguiente orden; había
explicado su jefa.
Samantha tenía en su memoria cada detalle del proceso
que se llevó a cabo contra Malcolm Grace: el secuestro del joven cuando
regresaba de fiesta con sus amigos, llevarle comida y agua al chico mientras
estuvo detenido, y la orden de la mujer de deshacerse del joven…
Pero eso no aclaraba su duda original:¿Por qué le
habían disparado, exactamente?
La chica se encontró a sí misma frustrada. Recordaba
cada detalle de la apariencia de Malcolm Grace: sus ojos oscuros,
hinchados de llorar, y su cabello color grafito y grasoso; pero no podía acordarse de la identidad del asesino.
¿Asesino?
No. Simplemente no era posible. Si el chico que le disparó
era un asesino, entonces ella estaba…
"¡Muerta!", masculló .
Abrió los ojos, y se encontraba frente a una parada de
autobús. Miró alrededor, respirando entrecortadamente, y un chico de cabello y
ropa oscura se materializó a su lado, apuntando un arma a la cabeza de la
chica.
"Esto es por mi hermano…" y disparó.
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