4 feb 2021

Historia corta:

 


Kalíope Pierce, una joven de 20 años, se encontraba en su escritorio, trabajando en un proyecto para su clase de anatomía, cuando escuchó el timbre.

"¿Quién será?" se preguntó, mientras se levantaba de la silla y se dirigía hacia la puerta para recibir a un inesperado huésped. 

Para su sorpresa, al abrir la puerta de su departamento, encontró una caja de cartón de Amazon con sus iniciales (K.P), y su dirección. Ella no estaba esperando ningún envío. La joven Kaliope levantó el paquete y lo dejó sobre la mesa de cerámica de su cocina. Cerró la puerta y fue a buscar un cuchillo en el cajón de los cubiertos.

Cortó la cinta adhesiva que sellaba la caja, y la abrió. Examinó su contenido. Había un objeto de forma tubular, envuelto en papel de burbuja.

Kaliope frunció el entrecejo, y comenzó a desenvolverlo. Tiró el papel de burbuja en la papelera. Una jeringa de unos 10 cm, con un líquido transparente azulado descansaba ahora sobre la mesa de la cocina. Revisó la caja nuevamente, y se dio cuenta que había una nota escrita con delicada cursiva, parecida a la suya. Se leía: 

10-02-36

Llivala al lavoratorio de tu huniversidad. Úsala con cuidado. 

Kaliope Pierce. 

 

¿Kaliope Pierce? No, no era posible. La joven tuvo que leer la nota unas cuantas veces más para convencerse que había leído correctamente. 10-02-36. Estábamos en 2022. No era posible…

Kaliope se dirigió a su escritorio y buscó el nombre de la compañía en internet. Encontró una noticia que llamó su atención, que titulaba: ¡Amazon inventa viaje en el tiempo y comienza preventas para probarlo!

La chica había escuchado sobre esto, y pensó que era simplemente una técnica de marketing, pero ahora…

Volvió corriendo a la cocina. Releyó la nota. Esta vez se dio cuenta de algo a lo que no le había dado importancia antes. Ella tenía una ortografía riquísima, y no era posible que confundiera tantas letras, y colocara acentos donde no iban. A menos que…

Sacó un bolígrafo de su bolsillo, y encerró en círculos los errores ortográficos. Terminó con las letras i, v, h, encerradas.

"¿I.V.H.?" pensó, y examinó una vez más la jeringa con el líquido azulado. Una alocada idea apareció en su cabeza.

“¿Podría, de alguna manera, ser ésta la…?”  

Kaliope guardó de vuelta en la caja la jeringa y la nota. Buscó sus zapatos y su abrigo, y salió del departamento con el paquete. 

Caminó al laboratorio de la universidad, que estaba a unos 5 minutos de su piso. Abrió la puerta y entró al luminoso cuarto para experimentos.

"¿Kaliope?", oyó una voz preguntar detrás de ella. Se volvió y se encontró con una mujer de cabello y piel oscura, que parecía más o menos de 40 años. Estaba tan concentrada en sus propios pensamientos, que al entrar al laboratorio no había notado que había alguien más.

"Ho-ho-hola, doctora Heard", Kaliope saludó a su profesora de química.

La mujer sonrió. "¿Qué sucede? ¿Qué estás haciendo aquí a estas horas?", preguntó.

"Yo…" Kaliope dudó. Después de todo, esto era solo una idea muy descabellada y probablemente, fuera de toda realidad. Pero, si tenía que confiarle su hipótesis a alguien, no encontraría a nadie mejor que su profesora, Marie Heard.

Kaliope respiró hondo. "Me-me pasó algo muy extraño hoy… Estaba en mi departamento, y… apareció un paquete -este paquete- en mi puerta”. Señaló la caja que estaba en la mesa, detrás de ella. "Es de Amazon. Lo abrí  y estaba esta nota". Le pasó la nota a su profesora.

La mujer se colocó las gafas y leyó la nota cuidadosamente. Su entrecejo se fruncía a medida que recorría las líneas "Diez de febrero de dos mil treinta y seis…" la mujer., y le tendió la nota de vuelta a Kaliope.

"Sí, lo sé… Pero no es lo único raro".

"Tiene tu firma". Concluyó la profesora Heard.

Kaliope asintió con la cabeza, y exhaló. "También tiene errores ortográficos… Yo nunca… yo no podría equivocarme así. No de esa manera…"

La doctora asintió lentamente con la cabeza. "Lo más interesante, yo creo, es que las letras que no deberían estar, si las reordenamos, forman las siglas V.I.H.", concluyó Kaliope. 

La profesora se recostó del mesón que tenía detrás de sí. "¿Qué más había en la caja?", preguntó con un tono serio, que le produjo a la joven un escalofrío nervioso en el estómago.

"Esto…". Sacó la jeringa con el contenido azulado transparente, y lo puso cuidadosamente en las manos de la señorita Heard.

La mujer estudió con la mirada el contenido del objeto que Kaliope le había entregado.

"¿Tú crees…?" comenzó la profesora, pero su asombró cortó el hilo de sus palabras. Kaliope asintió con la cabeza. "Es-es la única explicación que se me ocurre."

Marie Heard caminó hacia el microscopio más cercano. Expulsó unas cuantas gotas del líquido azulado en un pedazo de vidrio, y lo colocó cuidadosamente debajo de la lente del microscopio. Acercó su cara a la lente superior, y estudió el líquido. Kaliope sintió que transcurrieron horas.

Las manos le sudaban, y sentía sus latidos aumentar la velocidad en cada segundo que pasaba.

Finalmente, la mujer alzó la vista, con una expresión de asombro en su rostro.

Kaliope arqueó las cejas, rogando por respuestas. La mujer abrió y cerró la boca varias veces, pero las palabras no le salían. Kaliope se acercó al microscopio, y miró por sí misma el líquido a nivel molecular.

Pequeños organismos se movían de lado a lado. Parecían esferas con pequeñas contusiones por toda su superficie. La joven levantó la vista y se volvió para ver la expresión de asombro y shock en el rostro de su profesora. Lo que acababa de ver era algo increíble. Algo que, por mucho tiempo, se creyó imposible.

Las mujeres se quedaron mirando por un rato, cuando la mayor rompió el silencio. "Hay que comenzar las pruebas. ¡Mañana!"

 

 

Tres años después…

Kaliope Pierce se encontraba caminando de un lado a otro en la parte trasera de la tarima, murmurando para sí un discurso que preparó con semanas de anticipación. Hace un año, se había graduado de medicina general en la universidad de Michigan. Desde que recibió su certificado de finalización de carrera, había trabajado, sin descanso, en las pruebas en humanos de la vacuna que había llegado a la puerta de su casa ya hacía tres años.

Ahora se encontraba a tan solo minutos de dar el discurso que sería, probablemente, el más importante de su vida.

"Señorita Pierce, le toca". Una voz interrumpió su hilo de pensamientos. Era Mike, el presentador.

Kaliope respiró hondo, y se arregló el cuello de la camisa. Caminó hacia la tarima, y abrió el telón.

Una luz brillante, proveniente de un reflector, la alumbraba mientras se acercaba al micrófono. La multitud estalló en aplausos, y la chica sintió su corazón latir como si fuera a escaparse de su caja toráxica.

"Buenos días," comenzó. "Estamos aquí para celebrar un increíble logro para la medicina universal". Kaliope vio a la Doctora Heard con el rabillo del ojo, que le sonreía y aplaudía. La chica le sonrió y se volvió a la multitud. "Un logro que no hubiera sido posible sin la ayuda de la doctora Marie Heard; quién -además de ser la doctora más calificada que conozco– (le lanzó una mirada a la doctora) es una profesora increíble". La multitud estalló en aplausos nuevamente.

"Junto con un equipo de doctores y estudiantes de la Universidad de Michigan, la doctora Heard y yo hemos logrado reproducir y probar efectivamente una vacuna que, por un momento, se creyó imposible. Gracias a la perseverancia y talento innato de nuestro equipo, lo hemos conseguido". Esta vez, los aplausos se ahogaron hasta el más mínimo sonido del escenario. Los espectadores se levantaron de sus asientos, aplaudieron y vitorearon. Kaliope le hizo señas a la doctora Heard para que se acercara, y se abrazaron fuertemente.


Hoy, 3 de agosto de 2025, tenemos finalmente la vacuna contra el VIH.


2 comentarios:

  1. Hola!!
    Como te dije, terminando de leer tu relato más reciente, iba a venir aquí a leer este, me ha gustado mucho, de verdad tienes potencial para escribir.
    Saludos!!

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    1. ¡Hola!
      Wow, muchísimas gracias, jeje, me alegra que te haya gustado.
      Saludos!

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